Las inundaciones, caracterizadas por un rápido aumento en el nivel del agua que cubre áreas previamente secas, representan un fenómeno común en Chile, especialmente en la zona mediterránea entre los 32° y 38° S. Estas inundaciones, particularmente las fluviales, ocurren cuando los ríos se desbordan de sus cauces habituales debido a factores climáticos como sistemas frontales fríos y cálidos, agravados durante eventos como «El Niño-Oscilación Sur». Estas inundaciones tienen un alto costo económico, estimado en aproximadamente 690 millones de dólares en pérdidas recientes, afectando principalmente la agricultura y la vivienda de la población.
El impacto social es significativo, ya que los habitantes ven cómo sus bienes son dañados por fenómenos climáticos sobre los cuales no tienen control, generando emociones como la pena y la impotencia. Además, las inundaciones pueden afectar la producción agrícola al dejar sedimentos en los suelos y afectar negativamente a ciertas plantas, lo que aumenta los costos de producción y la volatilidad en la producción de alimentos.
Las inundaciones en áreas agrícolas clave pueden afectar las cadenas de suministro y la competitividad internacional de Chile, aunque el impacto directo varía según la época del año en que ocurran. Sin embargo, los costos indirectos, como el drenaje y la pérdida de infraestructura, pueden socavar la competitividad.
Los agricultores pueden mitigar los riesgos de pérdida de cultivos y la volatilidad en la producción mediante la adopción de seguros agrícolas que cubran fenómenos climáticos. Además, se necesita un ordenamiento territorial efectivo y políticas gubernamentales que promuevan la agricultura sostenible y la protección contra inundaciones en armonía.
Dada la interconexión entre la producción agrícola, el turismo y la industria alimentaria en Chile, las inundaciones pueden tener un efecto en cascada en la economía nacional. La planificación integral desempeña un papel crucial en la mitigación de estos efectos, pero es necesario un marco regulatorio sólido y una mejor comunicación para enfrentar la nueva realidad del cambio climático y sus desafíos.
